sábado, 25 de julio de 2009

Antónimo

Silencioso el canto, se eleva a los cielos
Voces que hacia el alba hacen eco en el viento,
Mustios rostros que agonizan con el tiempo,
Tenuemente palpita el corazón de quien no vive.

Suspiro brevemente el aire de tristeza,
Remontando al letargo los sueños perdidos,
Reviviendo en la ignorancia los recuerdos del olvido,
Ahoga la congoja de ausencias mi pecho.

Un esclavo más entre millones
En la heroica monotonía de seguir viviendo,
Irónico abordaje del maldito destino,
Inútil se desvanece la esencia del hombre.

Grises los cielos cobijan mis pasos,
Profetas errantes en el infinito los astros,
Eterno aquel que crea y destruye,
Veo cosecharse marchita la voz de la esperanza.

Solo deseo la luz en medio de las sombras,
Ruego por la paz en el seno de la Apocalipsis,
Imploro perdón en la escena del pecado,
Busco a Dios, quemándose mis pies en el fuego del infierno.

26/12/05

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