sábado, 25 de julio de 2009

There must be a way out of this sadness...

Aunque el tiempo sigue sucediéndose y la experiencia comienza a pesar en mí, así como los años que poco a poco van marcando mi piel y mis rasgos, aun suelo cometer errores que simplemente puedo explicar como fatales para mi espíritu. Más de una vez me dije “NO DEBO”, pero termine dejándome llevar por la corriente hacia los caminos que bien advertían “NO ENTRE” o “PELIGRO USTED PUEDE DESILUCIONARSE”.

Así fue que perdí la inocencia y comencé a conocer el dolor; como el vagabundo que espera caridad y recibe una patada del transeúnte. Me arrodille ante deidades creadas por mi y rogué compasión, pero solo en mi mente residía la perfección de aquellas personas, eran tan humanas como yo y tanto menos sensibles que una piedra.

Comprendí que la maldad puede habitar hasta en los ojos mas dulces, que las personas engañan y pueden comportarse como aves de rapiña para conseguir un objetivo. Pero después, las sobras a los buitres, entes aun mas despreciables que los anteriores, de esos que uno se encuentra cuando esta abatido y nos venden dosis de felicidad cual droga, para luego abandonarnos y pretender jamás habernos conocido.

Toda esta lacra que nos rodea, nos absorbe la vida como una “Cuscuta”, nos transforma y hasta casi podría decir que nos corrompe. Hoy al mirarme al espejo pude advertir en mí a una cuasi extraña; la niña había muerto y la mujer era el resultado de noches desgarradoras de llanto, del uso y abuso por parte de gente mal elegida y de las ilusiones frustradas por intentar forzar situaciones imposibles.

Recorrí las viejas calles ahogando el silencio con una melodía aun mas triste que el gris con el que se teñían los edificios, sentí cierta melancolía por los días de sol, de libertad y pseudo felicidad, cuando nada importaba excepto el momento. Me vi caminar por la otra vereda, con el cabello largo y al viento, completamente exenta de tabúes, la piel fresca e inmaculada, la frente en alto y una sonrisa que por poco ya he olvidado. Permanecí allí, en trance, admirando esa figura como si fuese ajena y recordé pasajes de esa vida, cual si fuese un libro al que hubiese titulado “ADORMECIDA BAJO EL ÁRBOL DEL BIEN Y EL MAL”, cuyo capitulo final implicaría mi metamorfosis a lo que hoy soy, luego de despertar de un largo y placentero sueño para encontrar frente a mi aquel fruto que al degustarlo me diese a conocer la cara oculta del paraíso.

Pero a pesar de todo lo padecido, las injusticias, el dolor, la indiferencia, los abusos, incontables abandonos y viles mentiras, sigo aquí de pie, intentando ser mejor, sin rencor, mirando hacia un futuro con un dejo de temor, pero impaciente por llegar a el.

Y el AMOR, gran debilidad, hago a un lado los jirones que ha dejado de mi alma y me dejo sumergir en sus aguas cálidas y a su vez turbulentas, a el me entrego como una sierva. Puede que un día, el menos pensado, en medio de ese océano de pasiones y ternura, encuentre al fin el rostro de quien desde el vientre he amado sin siquiera saber de su existencia.

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